Comparaciones.
La sabiduría popular afirma que las comparaciones son enojosas, pero también ayudan a entender ciertos procesos y cosas que pasan, y que aparentan no tener explicación.
Nos encanta hablar del milagro económico dominicano, lo cual no pasa de ser un espejismo, y nos negamos a mirar ejemplos que sí pueden arrojar luz sobre los responsables de nuestro estado de cosas en el cual "crecemos" todos los años, pero los bolsillos de la gente no lo sienten.
¿Sabían ustedes que en el año 1970, Corea del Sur tenía un producto bruto inferior al de la República Dominicana, y que en menos de 50 años nos ha superado de tal forma, que jamás podremos alcanzarla?
En Corea se tomaron las decisiones correctas: se decidió invertir, educar, y no aceptar los lloros, ni las trampas de "padres de familia", ni de empresarios rentistas.
En menos de un siglo, Corea del Sur es una de las naciones desarrolladas del globo, con índices educativos que debieran darnos vergüenza, y un ingreso per cápita que sólo los ricos de este país tienen.
Mientras tanto, nosotros nos pasamos la vida otorgando privilegios a políticos y empresarios, bailando en vez de trabajar, protestando por todo, convirtiendo la obediencia a la ley en un disparate, sin invertir en educación ni electricidad y tratando de vivir "la vida loca".
Mientras ellos invertían, nosotros gastábamos, y nos corrompíamos. El resultado no debe asombrar a nadie.
Lo malo es que seguimos sin aprender la lección.
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